Era la prisión de una mujer, seguro era la dama que el tipo brillante había
mencionado, me paré enfrente de ella, pero ella no hizo ningún ruido y en
cuanto notó mi presencia, solo se volteó, parece que no le interesan en
absoluto las interacciones.
Seguí mi camino hasta llegar al borde, ahí podía ver el horizonte del
lugar, podía ver las grandes llanuras en la lejanía y cerca de ellas podía ver
los límites de una ciudad, seguro que era el burgo y más arriba había lo que
parecía ser una fortaleza.
Creo que esas cosas estaban más lejos de lo que parecía, pero ir al
burgo parece que era la mejor opción. Más adelante iría, me daba mucha
curiosidad saber lo que había en el santuario.
Volví a la fogata y vi que cerca de donde descansaba ese caballero había
un camino, yendo por ese camino vi que se extendía en otros tres. Tomé el
camino de la izquierda.
Este lugar que parecía ser el santuario, era casi como una capilla, era
una habitación grande y con una estatua parecida a un altar al fondo, solo que
el piso estaba inundado, tanto que abarcaba buena parte del lugar.
Caminando por ahí me di cuenta de que el agua había inundado más de lo que parecía, el agua me llegaba hasta las rodillas, el caminar por ahí se volvía muy complicado y más con esta ropa que traía, así que mejor opté por ir por otro camino.
Este caballero era uno de cabellera rubia portando una armadura robusta
de cuero, con una maza de hierro y un escudo algo pintoresco, en cuanto notó mi
presencia me dirigió la palabra.
—Hola ¿Qué tal? Creo que no nos han presentado—. Dijo el caballero con
un tono amable —. Me llamo Petrus de Thorolund ¿Tenéis trato con nosotros? Si
no es así preferiría mantener las distancias.
—Hola— Responde de forma cordial—. Me temo que no tengo trato, recién
llego a este reino.
—Un gusto conocerte y te deseo suerte en tu cruzada, sé que te había
pedido que mantuvieras las distancias, pero también quería decirte que no lo
hice de mala fe, como gesto de paz te ofrezco esto. —Dijo mientras extendía su
mano para darme algo.
—¿Que es esto? —. Pregunté con curiosidad mientras veía el objeto en su
mano.
—Adelante es para ti—. Dijo con cierta paz en su voz mientras ponía el objeto
en mi mano —. Es una moneda de cobre, muestra que eres uno de nuestro pacto o
que al menos estás en paz con nosotros, siempre que la tengas no nos
mostraremos hostiles ante ti.
—Muchas gracias, tener aliados en este lugar parece algo muy necesario.
—Nadie sabe que riesgos nos encontraremos, es mejor estar aliados con
tantos como podamos, aquí estaré un tiempo más, si quieres más ayuda házmelo
saber.
—Estoy explorando el santuario antes de ir al burgo ¿Hay algo que me
puedes decir cómo ayuda?
—El burgo es un lugar complicado, es muy grande y con muchos peligros,
lo único que te puedo ofrecer de ayuda son milagros, ¿Quieres que te enseñe?
—Claro, actualmente no tengo muchos recuerdos, pero los milagros es algo
que recuerdo haber escuchado, creo que serían útiles.
—La maldición de los no muerto, todos sufrimos a nuestra manera, te
ayudaré con gusto, lo primero es hacer un pacto con los dioses, haz exactamente
lo que yo.
Guardó sus armas y se paró firme delante de mí, puso sus manos cerca de
su pecho y agachó su cabeza mientras cerraba sus ojos, hice los mismo que él.
—Muy bien, ahora repite después de mi— dijo con seriedad en su voz antes
de recitar unas palabras para establecer el pacto— Dioses creadores y
protectores de Lordran, habitantes de la gloriosa Anor Londo, ciudad de dioses,
os pedimos que escuchen nuestras plegarias y nos den vuestra protección en esta
cruzada.
Repetí las palabras que recitó Petrus, poco después sentí una energía extraña emanando, posiblemente era causa de este nuevo pacto con los dioses.
—Eso se sintió algo extraño—. Dije al acabar de sentir toda esa
sensación en mi cuerpo.
—Es normal, es la conexión con nuestros dioses, al inicio es algo
extraño, después te acostumbrarás, pero ahora que has iniciado un pacto con los
dioses puedo enseñarte algunos milagros, como eres un iniciado te enseñaré
cosas básicas, como lo es emanar luz o curar heridas pequeñas.
—Eso último creo que puede ser de mucha ayuda, con tantos riesgos por
aquí requeriré más curación de lo que creo.
—Estos milagros te darán un pequeño alivio, no te salvarán de heridas
mortales, recuérdalo, pero también debes recordar que la eficacia de tus
milagros depende de tener un amuleto y tu fe en los dioses, mientras tu fe sea
grande, tus milagros tendrán más eficacia.
—¿Qué es eso de amuleto? —. Pregunté con curiosidad ante esa nueva
palabra.
—Un amuleto es algo como esto—. Dijo mostrando un objeto en su mano, era
un trozo de tela final rodeado de madera —. Este objeto nos permite canalizar
mejor los milagros, algunos pueden ser usados sin algún amuleto, otros los
requieren absolutamente, lamentablemente no tengo uno que ofrecerte, espero
puedas encontrar uno para tu camino.
—Gracias Petrus, esto me será de mucha utilidad, seguiré explorando, espero tengas éxito en tu misión—. Dije cordialmente mientras me alejaba y escuchaba el cómo se despedía de mí.
Cerca del otro extremo de la habitación había un portal que daba a unas
escaleras, siguiendo mi creciente curiosidad me dirigí a ellas, averiguando a
donde daban.
Las escaleras daban a dos caminos, unas terminaban en una zona que daba
a dos portales mientras que las otras daban a una habitación en un piso arriba,
seguí estas últimas.
Estas nuevas escaleras daban a una nueva habitación, está más pequeña,
con pocos jarrones y con paredes quebradas y con ventanas sin vidrios.
Me quedé observando el lugar, viendo a través de esas ventanas, desde
este lugar se podía observar de otra forma el santuario, se veía muy tranquilo,
hermoso a su manera y aquí me di cuenta de algo que no se veía a primera vista,
en el centro de este santuario, crecía un enorme árbol, destruyendo paredes y
techos, era señal del como es que se destruía el legado de la civilización,
pero se abría paso algo nuevo, un acto simbólico hermoso.
Después de distraerme con esta nueva belleza, volví a la zona anterior,
ese lugar con dos portales, parecía ser un lugar donde antiguamente había un
ascensor, pero no había señales de este, puede que estuviera inactivo desde
hace muchísimo tiempo, pero podía ver un piso no muy lejos de donde estaba, sin
pensarlo salté.
El piso estaba más lejos de lo que pensé, por suerte no me hice daño. En
unas de las paredes había un túnel, sin más salida caminé por él, al final había
un pequeño patio con varios cofres.
Corrí hasta llegar al primer cofre, mi curiosidad estaba siendo más
grande, esperaba encontrar dentro de él algo de utilidad en mi viaje, lo que
había allí fueron objetos más útiles de lo que pensé.
En un cofre había un par de huesos, los tomé pensando que podrían servir
en algún momento, en otro encontré un par de humanidades, sin duda las guardé,
eran objetos muy útiles, en otro cofre encontré un amuleto, uno muy parecido al
de Petrus y en el último una maza, la usé ligeramente pero no me agradaba del
todo, así que la deje donde la encontré.
Los muros se extendían por todo el patio, excepto por un pequeño lugar, el cuál parecía ser la única salida probable. Caminé por ahí y di con unas escaleras que daban al cementerio, un lugar infestado de tumbas, tantas que algunas se apilaban y otras que se sostenían de otras, había más muertos de lo que podía soportar el sitio.
La vista no era muy agradable, me sentía muy incómodo. El ver tantas
tumbas, posiblemente vacías me hacía pensar en mi estado como no muerto, aunque
me sepultaran ahí, yo no descansaría, yo seguiría vivo, lo quisiera o no.
Comencé mi caminata para volver al santuario, pero me detuve cando
escuche unos ruidos viniendo de mis espaldas, me voltee con prisa y vi como
unos esqueletos comenzaban a levantarse y tomar algunas armas.
Me puse en guardia mientras caminaba lentamente hacia atrás, pero pronto
me di cuenta de que era mejor escapar. Al inicio eran dos esqueletos, después
otros dos y a la lejanía veía a muchos más e incluso me pareció ver uno gigante.
Eran demasiados para poder enfrentarlos yo solo, incluso con Oscar, Petrus y el
otro caballero, sería un enfrentamiento del que el salir victorioso se veía
complicado.
Guardé mis armas y comencé a correr, a pocos metros vi una entrada
lateral al santuario. Entré rápidamente ahí, dando un salto y rodando para
tratar de perder a los esqueletos.
Había llegado a la habitación inundada de antes. Volteé a ver esa
habitación y vi que los esqueletos regresaban, puede que no les gustara este
lugar o no quisieran tocar el agua, sea lo que fuera yo estaba a salvo.
Caminé hasta salir del agua y me tiré al piso, había pasado ese peligro.
Sin duda ese camino no era uno que debiera seguir, al menos no de momento, era
muy peligroso. Me levanté y noté que mi ropa estaba un poco húmeda, pero no lo
suficiente como para decidir quitármela.
Habiendo explorado gran parte del santuario y los alrededores, supe que ya había explorado lo suficiente, volví mi camino y fui en dirección por donde se había ido Oscar, era hora de seguirlo y tocar esa primera campana, inicié mi camino hacia el burgo de los no muerto.