Recolectores de Lore: El Refugio de los no muertos.

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    El mundo se encuentra en caos una vez más. La primera llama comienza a apagarse. El sol comienza a ponerse. Todos los reinos del mundo están desesperados por evitar el fin de esta era, después de todo, no hay nada que aterre mas que el cambio y aún más si ese cambio traerá algo totalmente desconocido.


    Este cambio de era se ha pospuesto una vez y esto ha creado que algunos reinos estén cayendo en un caos terrible, los humanos comienzan a volver de la muerte, la marca que todos temen se esparce como una pandemia. Su rechazo a esto provoca que todos los no muertos sean encarcelados y llevados a un lugar olvidado en el norte, un lugar bautizado ahora como el refugio de los no muertos.


    Este lugar es una enorme prisión donde dejarán encerrados por la eternidad a los no muertos. Un deseo simple, pero ineficaz.


    Algunos no muerto sin duda se volverán hueco, pero no todos, esos no muerto restantes aun tendrán un poco de cordura y mientras se abracen a ese diminuto gramo de cordura, ellos tendrán esperanza, esperanza de salir y de vivir en libertad una vez más.


    Esa esperanza es la que aun vive en el alma de un prisionero de este asilo, en una celda profunda, carente de luz y de sonidos se encuentra nuestro gran héroe, esperando por la oportunidad de poder salir.


    Ha pasado tanto tiempo desde que unos soldados me pusieron aquí, solo se que al ver esta marca que tengo en mi hombro derecho fue suficiente para encerrarme ¿es acaso el tener esta marca un crimen tan alto?


    No lo sé, solo sé que estoy al borde de olvidarlo todo, no recuerdo como era mi rostro, la voz que sale de mi boca no estoy seguro si siempre fue la mía, no recuerdo ni mi nombre. Solo recuerdo estas paredes y esa puerta de metal que me impide salir.


    Me gustaría poder terminar con esto, quisiera morir, pero hasta eso me arrebataron, no puedo morir o cuanto menos, no puedo estar muerto mucho tiempo, muero y revivo al poco tiempo, cada vez que hago eso, recuerdo menos. Se que me he suicidado varias veces, se que si lo hago una vez más lo perderé todo y solo seré un hueco.


    No he tomado esa decisión solo por algo, quiero mantener esa pequeña cordura que tengo, solo para hacer algo, quiero poder salir, volver a sentir el aire en mi rostro, sentir el agua de un rio, el aroma de las flores, ver el cielo. No recuerdo nada de eso, solo se que es algo que disfrutaré hacer una vez más, quiero poder hacer eso. Si hago solo eso, aceptaré el convertirme en hueco con total felicidad, pero antes de eso, no perderé mi cordura.


    Se que, si espero, algo pasará y podré ser libre, pero creo que mi paciencia comienza a llegar a su final. No quiero pasar un minuto mas en este lugar, solo quiero ser libre, esta espera se vuelve tan agónica que no puedo esperar un segundo más, estoy al borde de la locura.


    Quien diría que mi deseo se cumpliría en el borde de mi desesperación. Mientras caminaba con aflicción en mi celda una luz apareció, una luz que provenía desde arriba de mi celda. Era una compuerta, y de ahí se asomaba un caballero de una armadura brillante, solo pude ver su casco, pero sabía que tendría una armadura maravillosa.


    El dejó caer un cuerpo y se alejó antes que le pidiera que me sacara.


    -Mi única oportunidad se había esfumado. - Ese fue mi primer pensamiento, pero pronto descubriría que estaba equivocado.


    Algo molestó mi vista, un brillo que iba hacia mis ojos, eso venía del cuerpo que estaba en el piso, acercándome descubrí que era una llave, inmediatamente la tome con alegría, quizás esto sería mi libertad.


    Con muchos temblores la tomé y la puse en la cerradura, di un pequeño brinco cuando este giro y abrió la celda. Por fin había logrado cumplir mi deseo. Ahora era libre.


    Al salir de la celda en la que había estado por tanto tiempo caminé por un largo pasillo. Había muchas personas en celdas y afuera de ellas, todos ellos eran huecos, tenían la piel seca y llena de arrugas, justo como yo, era imposible saber si eran hombres o mujeres.


    Sentí pena y dolor al verlos, algunos estaban en el piso, otros estaban golpeando la pared con sus cabezas, yo estaba a poco de volverme como ellos, recordé como estaba a punto de rendirme cuando apareció ese caballero, sin duda le debo tanto.


    Me concentré tanto en ver a mis antiguos vecinos que casi ignoré una risa estruendosa y, al ver de quien era, vi que se trataba de un enorme demonio que tenia un ligero brillo rojo, observaba a todos los no muerto, agradecí que no me reconociera.

    

    Caminé lentamente hasta el final del pasillo evitando llamar la atención de ese demonio, se que si me tocara enfrentarlo moriría al instante y no podía morir una vez más.


    Pasando por algunas cámaras llenas de otros huecos me encontré con unas escaleras que daban al exterior.


    Al salir de ahí, encontré un jardín muerto y en el centro una espada en una fogata apagada, fui hasta ella y vi un mensaje escrito en el piso:


“Enciende la hoguera y descansa”


    No sabia como encender una hoguera, no sé si en el pasado podía hacerlo, lo único que pensé es en algo cálido y acerqué mi mano, al instante la hoguera se incendió y sentí que mis fuerzas se recuperaban, me sentía con más energía que nunca.


    Me senté y me dejé caer de espaldas y ahí lo vi.


    El cielo, no era algo muy agradable, era gris, lleno de nubes de tormenta, pero, aun así, era algo muy bello. Al verlo me entró una gran felicidad, me llené de gozo. Una gran sonrisa se encontraba en mi cara, no podía verme, pero estaba seguro de ello, era lo que quería ver y lo estaba haciendo.


    No era lo que imaginaba, pero era suficiente para mí, simplemente tenía libertad, al entender eso comencé a llorar.


    Pero no podía quedarme aquí, sin duda era feliz de poder tener esto, pero quería agradecerle a ese caballero, quería ver más, ver el mundo. No podía volverme hueco, no aún. Me aferraría a este nuevo sentimiento, da igual si muero una o mil veces más, no me volveré hueco.


    Mi nuevo deseo me había llenado de nuevas energías, mi curiosidad creciente hizo que ignorara la enorme puerta que tenía enfrente, parecía ser la única salida, para mi suerte pude abrirla, era menos pesada de lo que parecía.


    Al otro lado había un gran patio, el piso de este tenía algunos huecos, quizás este patio se cayera si se golpeaba con algo grande y pesado.


    En el otro extremo del patio había otra puerta, seguramente esto me llevaría fuera de esta prisión.


    Con alegría fui corriendo, pero a mitad del camino un enorme grito gutural me detuvo, no sabía de donde provenía, intenté buscarlo, aunque no tuve que hacerlo por mucho tiempo porque quien creó el sonido apareció frente a mí.


    Era un demonio, parecido al que había visto momentos antes, un demonio regordete, de piel áspera, lleno de verrugas, tenía algunos cuernos saliendo de su cabeza, desde el punto donde estaba no podía ver, pero tenia una cola corta y unas pequeñas alas.


    Este demonio se paró enfrente de mi cortándome el paso. No me permitiría salir sin antes luchar. Él tenía un mazo enorme mientras que yo no tenía nada, en este momento recordé que tenía una espada rota en mi celda, lamenté haberla dejado ahí.


    Intenté escabullirme a su alrededor hasta la otra puerta, si tenía suerte podría abrir esas puertas para salir de esta prisión.


    Para mi suerte este demonio era muy lento, al igual que sus ataques, pude eludir algunos retrocediendo y otros rodando en el momento indicado, tardé más de lo esperado, pero por fin estaba en la otra puerta.


    Ahí es donde mi suerte acabó. Esta puerta estaba cerrada y para empeorar las cosas, estaba cerrada con candado, cuando volteé a ver al demonio, descubrí lo peor de todo. En el cuello de ese demonio había una cadena y de ella colgaba una llave, sin nada que me indicara, sabía que esa llave abriría este candado.


    El demonio estaba demasiado cerca, alzó su mazo y lo dejo caer, aplastándome y de esta forma morí.


    Esto seria el final mas abrupto y aterrador para cualquiera, pero, tengo la maldición de los no muerto, no puedo morir, aunque eso no significa que mi cuerpo sea indestructible, ese impacto me destruyo músculos, huesos y algunos órganos, pude sentir como todo eso era destruido.


    -Aaaaaah- Grité aterrorizado, pero ya no estaba frente a esa puerta. Volvía a estar sentado en la hoguera que había prendido.


    Me cuestioné por algunos instantes sobre lo que había pasado, si todo eso había sido un sueño o incluso alucinación, pero estaba seguro de que no era eso, ese demonio me había destruido.


    No podía entender el porqué estaba como si nada, pero tenía otra oportunidad. Antes de volver a enfrentar a ese demonio, regresé a mi celda y tomé esa espada rota, no sería de mucha utilidad, pero esto era mejor que pelear con las manos desnudas.


    Al volver a ese patio, justo a la mitad de este volvió a aparecer ese demonio, rugiendo de la misma forma que la primera vez.


    Ahora tenía menos miedo, seguía siendo algo muy difícil de enfrentar, pero ahora con esta espada podía hacerle frente.


    Me acerqué blandiendo la espada con mis dos manos, cuidando mis movimientos, observando para saber dónde moverme y así esquivar sus ataques, ya había experimentado uno de sus golpes y eran muy mortales.


    Su primer ataque fue alzar su mazo hacia arriba y dejarlo caer donde estaba, pude anticiparme y rodar hacia su derecha, quedé casi atrás de él y comencé a dar estocadas en su muslo derecho.


    Esto no funcionó mucho, su piel era muy dura y mi espada rota se partió a las pocas estocadas y no parecía haberle hecho mucho daño.


    El demonio se giró y me golpeó con su mazo lanzándome lejos. El impulso me lanzó hacia una entrada que daba a unas escaleras que descendían a una cámara ligeramente inundada, esa cámara se cerró en el instante que yo entré.


    Rodé por las escaleras haciéndome daño, sentí que algunos huesos se rompían, principalmente mis costillas y mi brazo derecho.


    Cuando terminé de rodar caí de espaldas y la habitación estaba oscura, iluminada por la puerta abierta al otro extremo, pero a mi lado vi algo que me dio fuerzas para arrastrarme hacia ella. Era otra fogata, igual que la que había encendido hace poco.


    Al alcanzarla la pude encender justo como encendí la anterior, al instante me recuperé, volvía a tener las fuerzas de antes y mis heridas y huesos rotos habían sanado al instante. No sabía porque esta hoguera me curaba de esta forma, pero me bastaba con saber que me curaría siempre que lo necesitara.


    Me senté a lado de esta nueva hoguera y medité sobre lo que podría hacer, no podía regresar por donde había llegado, esa compuerta parecía demasiado solida y no tenia alguna cerradura, lo único que podía hacer era buscar otro camino, con suerte habría otra forma de salir de esta prisión sin tener que enfrentar a ese demonio.


    Me levanté y salí por la otra puerta, me sorprendí de ver un largo pasillo, con celdas derruidas. Al otro extremo del pasillo vi a otro no muerto, tenía un aspecto parecido al mío, demacrado y muerto en vida, al verme a la lejanía alzo el arco que tenia en su mano y lanzó una flecha hacia donde yo estaba.


    Esa flecha rozo mi pierna derecha, si hubiera impactado posiblemente habría sido el fin de mis días como aventurero.


    Corrí y me escondí en una de las celdas abiertas, enfrentarlo de cara era peligroso, mas si no tenia una espada en buenas condiciones, la mía tenía más mango que hoja, tenia que encontrar algo más y ahí la suerte volvió a sonreírme.


    En esta celda había un escudo mediano de cuero, era un escudo circular que cubría la mayor parte de mi torso, eso me bastaba para poder cubrirme, ya llegando a él pensaría una forma de eliminarlo.


    Salí con el escudo en alto, cubriendo mi cabeza y mi torso, el no muerto seguía lanzando flechas. Algunas pasaban a mi lado y otras se impactaban en mi escudo, cuando me acerqué más pude ver como escapaba a otro lado así que bajé un poco mi escudo para ver.


    Cerca de la entrada por donde había salido vi una espada de una hoja curva en el piso, la tomé sin pensarlo, parecía estar en buenas condiciones, sin duda la mejor opción para defenderme, al tomarla por alguna razón se me pasó por mi mente la palabra cimitarra.


    Al pasar por donde se había ido ese arquero, me encontré con unas escaleras que daban una nueva salida, en el portal de la puerta él se encontraba listo para lanzar una nueva flecha. Pude evadirla por poco y de un pequeño salto me adelanté mientras él sacaba otra flecha y di un tajo en diagonal con el cual este hueco cayó, con esto sentí como algo entraba en mí, no sabía que era, pero me sentí un poco más fuerte.


    Exploré con mis ojos la nueva zona, estaba en los pisos superiores. Desde aquí podía ver la primera hoguera que encontré, no parecía que tuviera otra opción que enfrentar a ese demonio, pero con mi nueva espada quizás pudiera ser posible.


    Comencé explorando el camino de la izquierda, pero estaba bloqueado debido a que las escaleras estaban destruidas, lo único que se veía era una puerta oxidada en lo alto de todo ese escombro.


    Justo antes de irme algo apareció por el rabillo de mi ojo, vi algo brillando levemente, comencé a buscar entre los escombros y vi un anillo, algo pálido y con un color ligeramente oxidado. Me lo puse en mi dedo índice derecho, no parecía muy sobresaliente, pero me lo quedé, un recuerdo de este lugar nunca está de más.


    Fui a explorar el camino de la derecha y al borde del camino donde había dos escaleras me encontré con un caballero con una armadura metálica brillante con el torso adornado por una tela de color azul marino que le daban un aire muy heroico.


    Al verlo saqué mi escudo, no sabía si podía ser hostil, pero bajé mi escudo al verlo más de cerca. Era el mismo caballero que me había ayudado en mi celda, con alegría lo saludé.

    

    -Hola- dije con alegría acercándome cautelosamente.


    El caballero me miró con cautela mientras mantenía su mano derecha en su espada.

    

    -Quería darte las gracias, me liberaste hace un rato de mi prisión, llevaba mucho tiempo esperando que algo así ocurriera.


    -Oh, entonces, eres esa persona encarcelada- dijo con sorpresa mientras se relajaba y dejaba de tomar su espada-. Un gusto conocerte, soy Oscar, Caballero de Élite de Astora- Me dijo mientras extendía su mano hacia mi-. ¿Cuál es tu nombre amigo no muerto?


    -Eh, mi, mi nombre…- Me quedé pasmado unos segundos, no había pensado eso en un tiempo, sabía que tenía uno, pero no podía recordarlo.


    -Entiendo, no te preocupes, la maldición con algunos es sádica e incompasiva, puede que te haya quitado mucho, pero no cediste, eso te hace un vencedor- Me decía con cierta alegría mientras me brindaba un abrazo.


    -Gr-gracias Oscar, no lo pensaba así, han sido años muy difíciles en este lugar- Dije titubeando mientras aceptaba su abrazo.


    -Lo imagino, ya sea encerrados o libres, los no muertos están malditos y mientras no seamos huecos debemos apoyarnos mutuamente para evitar ese destino.


    - ¿Por eso me liberaste?


    -No solo a ti, liberé a todos, aunque sean huecos, todos los humanos merecen estar en libertad, no hay nada peor que estar prisionero, aún en la muerte.


    -Es un gesto muy noble de tu parte, no sé si alguien más habría hecho lo mismo que tú.


    -Quien sabe, pero lo hecho, hecho está, aunque eso no es lo único por lo que lo hice. Hay una leyenda en mi tierra. “Vos que sois el elegido entre los no muertos, en vuestro éxodo desde el refugio de los no muertos, peregrinad a la tierra de los antiguos dioses, cuando toquéis la campana del despertar, conoceréis el destino de los no muertos” sea verdad o una simple leyenda, decidí seguir esto, puede que yo, tu o cualquier otro descubramos la verdad de nuestra naturaleza y quien sabe, puede que descubramos una forma de curar esta maldición.


    -Puede que tengas razón, esta puede que sea la mayor oportunidad que todos podemos tener de obtener paz de nuestro estado.


    -Bien dicho, es bueno que lo entiendas, lo malo es que pareces ser la única persona cuerda en este lugar, todos los demás son huecos.


    -Ojalá haya alguien más por ahí. Aun así, gracias por liberarme. Me iré yendo, quiero salir cuanto antes de este lugar- dije mientras me dirigía a la fogata.


    -Suerte con eso, si consigues eludir a ese demonio te veré en Lordran. Por cierto, toma-. Dijo acercándose a mí y entregándome una botella con un líquido color ámbar- Es una botella con Estus, esta bebida te curará de las heridas de combate, se repondrá cuando descanses en la hoguera.


    -Muchas gracias, no lo desperdiciaré.


    Dejé atrás a Oscar para poder descansar una vez más en la hoguera, una vez ahí me quedé recordando mis enfrentamientos pasados con el demonio del refugio. Era fuerte pero lento, podía intentar hacerle daño poco a poco. Midiendo mis ataques podría vencerlo.


    Convencido me levanté y volví a abrir esas puertas, ahora decidido con eliminar a ese demonio para poder salir de esta prisión.

    

    Como siempre, ese demonio apareció cuando llegué a la mitad del patio, rugió con la misma ferocidad que la primera vez, pero esta vez no temí como antes. Sin duda daba miedo, pero ahora no estaba tan indefenso, ahora tenía más posibilidad de derrotarlo.


    El demonio tomó su mazo e hizo un golpe lateral, me moví rápidamente y di un salto hacia atrás evitando el golpe, mientras volvía a tomar su mazo con ambas manos me adelanté y comencé a dar unos golpes con mi espada. Escuché que comenzó a quejarse y vi que tomaba su mazo con ambas manos, se disponía a enterrarlo en el piso. Me alejé de él rodando hacia la derecha; me pude alejar lo suficiente para evitar ese golpe.


    Volví a hacer este proceso durante bastante tiempo, vigilando sus movimientos, esquivándolos y entrando en su defensa para dar algunos cortes, el proceso era demasiado largo, pero era bastante efectivo, cada vez sentía que estaba más cerca de derribarlo y con eso mi salida de este lugar se hacía cada vez más una realidad.


    Sin embargo, la pelea dio un giro cuando en mi proceso de dar cortes el demonio se recuperó antes y me golpeó con su mazo lanzándome por los aires, sentí como todo el aire salía de mí, soltaba mi espada y escudo. Estaba a su merced.


    Pero en el último momento sucedió algo que no entendí, el demonio se comenzó a retorcer de dolor, arqueándose hacia atrás dando unos pasos lejos de mí.


    Oscar había aparecido desde arriba y había hecho una herida profunda en su espalda.


    - ¡Usa tu espada y acabemos con esto juntos! -. Me gritó desde atrás con cierta desesperación.


    Yo no contesté nada, solo me limité a tomar mi espada. Corrí, di un salto y enterré mi espada en su vientre. La seguí enterrando hasta que ambos ataques obligaron al demonio a caer de espaldas, y con eso destruyendo el piso.


    Oscar y yo caímos al piso de abajo, poco después el demonio comenzó a desaparecer y nuevamente sentí como una fuerza entraba en mi dándome aún más fuerza.


    -Lo conseguimos Oscar- Grité con alegría al ver como ese demonio había sido derrotado.


    -Aún no se ha acabado mi amigo- dijo con aire severo mientras apuntaba a algo que había olvidado, otro demonio.


    En ese instante lo recordé, había otro demonio cerca, un demonio exactamente igual, pero con un ligero brillo rojizo. El demonio que vi cuando salí de mi celda, ahora lo tenía frente de mí.


    -Bueno, ya vencimos a uno, creo que podemos con otro- Dije convencido de nuestra victoria.


    -Me alegra tener a un aliado tan valiente y positivo.


    El demonio rugió con fuerza y agitó su mazo hacia nuestra dirección, no esperábamos que este demonio pudiera hacer eso.


    Ese movimiento lanzó una onda y al chocar con nosotros hizo una gran explosión que nos sacó volando.


    Conseguí medio cubrirme con mi escudo así que la explosión no me hizo tanto daño, pero sentí que estaba a punto de ceder.


    Oscar se encontraba en peor condición, el no había podido cubrirse así que la explosión le había dado de lleno y se encontraba tirado en un rincón.


    El demonio siguió agitando su mazo en nuestra dirección, fui esquivando a lo que pude mientras tomaba unos pocos sorbos de mi estus recuperando fuerzas, traté de llegar hasta Oscar.


    -L-lo siento amigo, este es... mi fin, solo escapa, déjame aquí- Me dijo Oscar con una voz débil, arrastrando las palabras.


    -Aunque quisiera hacerlo, no puedo, ese demonio no parece que me deje hacerlo.


    -Sin duda es el peor escenario posible… estás solo… lo siento, no creo poder volver… siento… que mi mente me dejará pronto al morir esta vez.


    -Entonces no dejemos que eso pase. Tómalo, creo que es lo suficiente para que te recuperes- dije con firmeza mientras le ofrecía todo lo que quedaba de mi frasco de Estus.


    -Pero… lo necesitarás… este demonio… es más fuerte.


    -No podré derrotarlo sin ayuda, así que recupérate. Hasta que llegues a ayudarme trataré de enfrentarlo y herirlo un poco. No me dejes solo.


    Dije con valentía mientras me alejaba de Oscar, caminando lentamente hacia el demonio.


    El demonio seguía lanzando ondas hacia mí. Esto era lo mejor que podía pasar, si por alguna razón lanzaba una hacia Oscar ese sería su fin, por suerte y por la gracia de los dioses jamás ocurrió eso.


    Este demonio tenia movimientos muy parecidos al que habíamos derrotado hace un instante, lo cual me ayudó bastante a saber como evadir sus ataques y dañarlo. Este parecía ser más resistente, ya que tardó mucho más en gruñir de dolor.


    Los golpes que me había acertado comenzaron a influir en mi rendimiento, me costaba más eludir sus ataques. Cuando sentí que estaba por golpearme por última vez, Oscar apareció desde el otro lado y enterró su espada en su otra rodilla. El demonio rugió del dolor.


    El demonio alzó su mazo y estaba decidido enterrarlo, sabía lo peligroso que era eso, este demonio al hacer eso creaba una gran explosión.


    - ¡Rápido Oscar, hay que acabarlo antes que golpeé el suelo! - le grité a mi compañero, para crear un plan desesperado.


    - ¡Entendido!


    Ambos comenzamos a dar estoques con fuerzas y gran rapidez en sus piernas, cada estocada se sentía inútil, no parecía que el demonio menguara sus fuerzas, seguía de pie y con las energías para hacer ese último golpe. Al final lo supimos.


    El demonio cayó cuando estuvo a centímetros de golpear el piso. Cuando lo vimos caer, supimos que lo habíamos conseguido, eliminamos no solo a uno, sino a dos demonios, ahora podíamos ser libres.


    - ¡Lo conseguimos! - Gritó con alegría Oscar.


    -S-Si, por un momento pensé que no podríamos- dije soltando suspiros mientras me tiraba en el piso.


    Ya recostado en el piso sentí algo cerca de una de mis piernas, lo tomé y grité de alegría. Era la llave del primer demonio.


    - ¿Qué es eso? – preguntó Oscar al verme gritar al agarrar la llave.


    -No estoy seguro, pero creo que es la llave de la puerta de ahí arriba.


    -Solo hay una forma de descubrirlo- Dijo con calma mientras señalaba unas escaleras de metal que daban a una ventana.


    Nos dirigimos hacia esa ventana donde podríamos volver al piso de arriba, esa ventana daba hacia el pasillo donde estaba mi celda, volteé por última vez, cuando hice eso, me di cuenta de algo, había una muñeca.


    Fui en su búsqueda por curiosidad, era una muñeca de un color amarillento, parecía tener la figura de una princesa e incluso tenia una cola, era algo curiosa y cerca de ella había un gusano extraño, era largo con una especie de corona, parecía peligroso, decidí no acercarme a él.


    Tomé la muñeca y la guardé en mi bolso, puede que en algún futuro esta muñeca pueda serme de utilidad, me apresuré a encontrarme con Oscar para abrir la puerta con candado.


    -Bueno, veamos si sirve- Dije con temerosidad mientras ponía la llave en el candado mientras la giraba me sentí aliviado. Había funcionado.


    Con ayuda de Oscar abrimos las puertas y frente a nosotros teníamos una gran colina llena de nieve. Decidimos caminar hacia la libertad juntos.


    A mitad del camino un cuervo se abalanzó hacia mi hombro, me cubrí esperando que me atacara, por suerte no fue eso, el había visto algo que le gustó, un gusano, el gusano que había visto en mi celda.


    Me sentí aliviado de que se lo llevara, antes de seguir vino otra vez el cuervo y en su pico tenia un anillo, lo dejó caer en mi mano, parecía un obsequio por ese gusano, vi el anillo, era rojizo con algunas runas extrañas. No sabía que era, pero era lindo, decidido lo puse en un dedo de mi mano izquierda.


    Seguimos caminando la colina. En lo más alto, no había nada, solo un enorme nido de pájaro. Me sentí frustrado por un instante, pero de repente sucedió algo, un cuervo enorme apareció frente a nosotros y nos tomó a Oscar y a mí con sus patas.


    Alzó el vuelo otra vez y se fue volando al horizonte con nosotros, llevándonos lejos de esta prisión. Llevándonos a un lugar distinto, al lugar al que debíamos ir. Llevándonos a Lordran.

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