La tierra que una vez fue tan fuerte para sostener reinos enteros y tan
fértil para dar tanto alimento que podía saciar hasta al rey más insaciable.
Esa tierra es ahora solo un bello recuerdo. Esta tierra es débil y estéril,
solo cenizas de lo que un día fue.
En definitiva, este mundo está por llegar a su final. Ahora siendo solo
una enorme sombra de lo que alguna vez fue y aun así los habitantes se aferran
a esa diminuta llama para preservar este mundo y soñar que se puede regresar a esa
época dorada, pero eso es solo una tonta fantasía que jamás pasará.
“¿Qué dices? ¿Qué quieres saber cómo este mundo llegó hasta este punto?”
Bueno, esa historia es bastante larga y una muy antigua, pero para
llegar hasta ahí es necesario iniciar con el principio y eso es hace muchos,
demasiados siglos, una era donde el mundo era muy joven, amorfo y con una
enorme neblina.
En el inicio de los tiempos de esta tierra distante, el mundo era
joven, comenzaba a tomar forma, empezaba a comprenderse a sí mismo, pero aún
era muy joven para ser algo. En ese inicio todo era oscuro y lleno de una
espesa niebla que cubría toda la superficie.
Justo fue así, los Dragones durante siglos fueron los gobernantes del
mundo, eran seres de inmenso tamaño y todos controlando diferentes elementos,
como la magia, la electricidad y claro, el fuego destructivo, además de tener
una coraza impenetrable, todo esto los hacia inmortales.
Como todo ser que se mantiene en el poder por mucho tiempo su
arrogancia se volvería su fin. Los dragones se jactaban de su poder y creían
que ellos gobernarían esa tierra por la eternidad, solo los inmortales podrían
hacer un trabajo tan magnifico, pero ignoraban que algo estaba por ocurrir.
Sin duda los dragones eran los gobernantes del mundo, pero no eran la
única especie que existía en él. También existían los Dioses, seres con inmenso
poder y que controlaban varios aspectos del mundo, eran longevos, pero no
inmortales como los dragones.
Por su puesto estaban los seres más frágiles: los humanos. Seres
similares a los dioses en apariencia, mas no en poder ni en longevidad, además
que tenían una particularidad especial, algunos de ellos tenían cierta afinidad
con la oscuridad y podían ser poseídos por esta, volviéndose una amenaza
considerable para los dioses.
Estos dos grupos sin duda eran poderosos, pero seguían estando muy por
debajo ante los colosales dragones, ya que importaba poco el poder cuando tus
enemigos no pueden morir.
El equilibrio del mundo estaba muy bien afianzado, pero, en ocasiones
los designios del mundo son extraños y desconocidos. Los caprichos del destino
indicaron que la era nubosa de los dragones estaba por llegar a su fin y la era
de la luz de los dioses estaba por llegar.
En algún lugar recóndito del mundo, en una profunda cueva, surgió algo
desconocido, algo que no existía hasta ese momento en el mundo, nació el fuego,
pero no como el de los dragones, si no un fuego cálido, dador de vida y
protección, una luz en un mundo de oscuridad.
Las primeras llamas dotaron de inmenso poder a los dioses, un poder que
les daría una oportunidad de vencer a los dragones.
De ese primer fuego salieron 3 llamas que le dieron poder a los dioses
que regirían el mundo.
La Bruja de Izalith junto a sus hijas del caos tomaron la primera.
Nito, el señor de los muertos, tomó la segunda.
Gwynn, el señor de llama junto a sus leales caballeros plateados tomó
la tercera.
Sin embargo, existió una cuarta llama, una llama que pocos supieron de
su existencia y que sería importante en el destino de este mundo, esta llama
fue tomada por un pigmeo, alguien comúnmente olvidado.
El nombre de este traidor era Seth, la razón de su decisión era algo
tan simple como una venganza a su propia especie. Él fue un dragón nacido
imperfecto, ciego, sin patas y descamado, eso haría que su destino fuera
simple, el sería un dragón que moriría y esto era usado por los otros dragones
para burlarse de él, sometiéndolo a muchas cosas. Todo eso fue generando un
dolor inmenso en Seth, un dolor que se volvió en ira y en un deseo de venganza
contra sus hermanos.
Seth les rebeló la debilidad de su especie: los rayos. Estos podían
destruir las corazas de los dragones, ya que las corazas era lo que les
brindaba la inmortalidad, sin eso los dragones serian fáciles de exterminar.
Gwynn, el rey de los dioses aceptó la información y le dio a Seth parte
de su alma como prueba de su gratitud.
La guerra contra los dragones fue larga, pero con la información que
les dio Seth, era imposible que los dioses no ganaran. Gwynn forjo relámpagos
con los que él junto a sus caballeros usaron para destruir las corazas de los
dragones, la Bruja de Izalith y sus hijas calcinaron su carne y Nito trajo
muerte y enfermedad a cada uno de ellos.
Al final, solo había una gran pila de cadáveres de dragones y encima de
todos se erigió el último de ellos, Seth rugiendo triunfante ante sus hermanos
caídos.
Con la extinción de los dragones, la era nubosa llegaba a su fin y el
comienzo de una nueva era debía comenzar: la era de la luz. Así fue como el sol
nació y comenzó a iluminar el mundo, ahora con los dioses como los gobernantes.
Pero justo como les pasó a los dragones, la era de la luz y el reinado
de los dioses no podía ser eterno y pronto lo entenderían.
La primera llama que les había dado poder a los dioses después de
muchos siglos comenzaba a apagarse y con eso, acabaría la era de la luz, los
dioses no podían permitir que eso pasara, ya que si la era de la luz acababa,
significaría que la oscuridad llegaría, quizás algo que acabaría con todo. Eso
era algo que se debían evitar.
La Bruja de Izalith, junto a sus hijas decidieron usar su conocimiento
en piromancia para recrear la primera llama, pero su arrogancia fue su fin. Ese
experimento fue inútil y muy peligroso, ya que eso les costó todo.
El experimento salió tan mal que destruyeron el reino de Izalith,
creando el fuego del caos y de esta forma nacieron los demonios, los cuales
fueron una vez habitantes de Izalith e incluso la misma bruja y sus amadas
hijas, ahora solo eran bestias sin conciencia que atacaban con ese fuego
infernal.
La mayor conocedora de fuego se había perdido, sin ella no había muchas
opciones de qué hacer con el actual problema, pero algo nació en la mente de Gwynn,
algo que sería la salvación, por algún tiempo.
Pero eso no pasaría tan fácil, el sacrificio de Gwynn creó una leyenda,
ahora el máximo dios se había ido, los otros dioses se habían esparcido, Nito estaba
en su reino, los hijos de Gwynn estaban dispersos y la Bruja de Izalith había
perdido su conciencia.
La opción sin duda era los humanos, cuando los muertos volvieran a la
vida, se haría presente la maldición que aflige al mundo, la maldición de los no
muertos, cuando esta comience a destruir el mundo, aparecerá un no muerto
elegido, este se hará presente y se volverá tan poderoso para llegar hasta el escondido
horno de la primera llama y de esta forma la era de la luz será preservada por
siempre.
Sin duda esto es una gran mentira, pero ¿cómo se sabría que es una
mentira? Cuando la verdad ha estado ocultada por tanto tiempo y la mentira es
aceptada por absolutamente todos, aunque no todo puede permanecer de esa forma.
La verdad esta por ser descubierta muy pronto, la maldición de los no
muerto comienza a esparcirse por el mundo, Lordran, comienza a sucumbir en el
caos, los no muerto están aprisionados en un asilo aislados de todos, pero un
valiente caballero los liberará para poner en marcha una serie de sucesos que
indicarán el rumbo del mundo. El no muerto elegido esta por aparecer y su
decisión indicará si el mundo seguirá brillando como siempre o se extingue en
la oscuridad, pero eso, eso es una historia que les contaré en otra ocasión.