Recolectores de Lore: El nacimiento de la era de la luz.

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    Bienvenidos viajeros del Mictlán una vez más a este sitio donde habrá siempre una historia que relatar, y el relato del día de hoy sin duda es uno de lo más fascinante.


    La tierra que una vez fue tan fuerte para sostener reinos enteros y tan fértil para dar tanto alimento que podía saciar hasta al rey más insaciable. Esa tierra es ahora solo un bello recuerdo. Esta tierra es débil y estéril, solo cenizas de lo que un día fue.







   El sol eclipsado indicaba el final de este mundo, aunque más que un eclipse eterno, parecía un sol cansado, uno que estaba llegando al límite de lo que podía dar. Incluso podríamos decir que ese astro rey estaba llorando, deseando el día que no tuviera que seguir brillando en el cielo.


    En definitiva, este mundo está por llegar a su final. Ahora siendo solo una enorme sombra de lo que alguna vez fue y aun así los habitantes se aferran a esa diminuta llama para preservar este mundo y soñar que se puede regresar a esa época dorada, pero eso es solo una tonta fantasía que jamás pasará.


    “¿Qué dices? ¿Qué quieres saber cómo este mundo llegó hasta este punto?”


    Bueno, esa historia es bastante larga y una muy antigua, pero para llegar hasta ahí es necesario iniciar con el principio y eso es hace muchos, demasiados siglos, una era donde el mundo era muy joven, amorfo y con una enorme neblina.


    En el inicio de los tiempos de esta tierra distante, el mundo era joven, comenzaba a tomar forma, empezaba a comprenderse a sí mismo, pero aún era muy joven para ser algo. En ese inicio todo era oscuro y lleno de una espesa niebla que cubría toda la superficie.


    
El mundo en esta época era peligroso y muy hostil para cualquiera, por eso solo los entes más poderosos podían sobrevivir y reinar esta joven tierra.


    Justo fue así, los Dragones durante siglos fueron los gobernantes del mundo, eran seres de inmenso tamaño y todos controlando diferentes elementos, como la magia, la electricidad y claro, el fuego destructivo, además de tener una coraza impenetrable, todo esto los hacia inmortales.


    Como todo ser que se mantiene en el poder por mucho tiempo su arrogancia se volvería su fin. Los dragones se jactaban de su poder y creían que ellos gobernarían esa tierra por la eternidad, solo los inmortales podrían hacer un trabajo tan magnifico, pero ignoraban que algo estaba por ocurrir.


    Sin duda los dragones eran los gobernantes del mundo, pero no eran la única especie que existía en él. También existían los Dioses, seres con inmenso poder y que controlaban varios aspectos del mundo, eran longevos, pero no inmortales como los dragones.


    Por su puesto estaban los seres más frágiles: los humanos. Seres similares a los dioses en apariencia, mas no en poder ni en longevidad, además que tenían una particularidad especial, algunos de ellos tenían cierta afinidad con la oscuridad y podían ser poseídos por esta, volviéndose una amenaza considerable para los dioses.


    Estos dos grupos sin duda eran poderosos, pero seguían estando muy por debajo ante los colosales dragones, ya que importaba poco el poder cuando tus enemigos no pueden morir.


    El equilibrio del mundo estaba muy bien afianzado, pero, en ocasiones los designios del mundo son extraños y desconocidos. Los caprichos del destino indicaron que la era nubosa de los dragones estaba por llegar a su fin y la era de la luz de los dioses estaba por llegar.


    En algún lugar recóndito del mundo, en una profunda cueva, surgió algo desconocido, algo que no existía hasta ese momento en el mundo, nació el fuego, pero no como el de los dragones, si no un fuego cálido, dador de vida y protección, una luz en un mundo de oscuridad.


    Las primeras llamas dotaron de inmenso poder a los dioses, un poder que les daría una oportunidad de vencer a los dragones.


    De ese primer fuego salieron 3 llamas que le dieron poder a los dioses que regirían el mundo.


    La Bruja de Izalith junto a sus hijas del caos tomaron la primera.


    Nito, el señor de los muertos, tomó la segunda.


    Gwynn, el señor de llama junto a sus leales caballeros plateados tomó la tercera.


    Sin embargo, existió una cuarta llama, una llama que pocos supieron de su existencia y que sería importante en el destino de este mundo, esta llama fue tomada por un pigmeo, alguien comúnmente olvidado.


    
Los dioses aun con este nuevo poder tenían un acertijo frente de sí. Sin duda ahora podían vencer a los dragones, pero la duda era el cómo podrían hacerlo, la respuesta sería dada por algo que ninguno de ellos imagino. Un dragón les ayudaría a matar a cada uno de su especie.


    El nombre de este traidor era Seth, la razón de su decisión era algo tan simple como una venganza a su propia especie. Él fue un dragón nacido imperfecto, ciego, sin patas y descamado, eso haría que su destino fuera simple, el sería un dragón que moriría y esto era usado por los otros dragones para burlarse de él, sometiéndolo a muchas cosas. Todo eso fue generando un dolor inmenso en Seth, un dolor que se volvió en ira y en un deseo de venganza contra sus hermanos.


    Seth les rebeló la debilidad de su especie: los rayos. Estos podían destruir las corazas de los dragones, ya que las corazas era lo que les brindaba la inmortalidad, sin eso los dragones serian fáciles de exterminar.

    Gwynn, el rey de los dioses aceptó la información y le dio a Seth parte de su alma como prueba de su gratitud.


    La guerra contra los dragones fue larga, pero con la información que les dio Seth, era imposible que los dioses no ganaran. Gwynn forjo relámpagos con los que él junto a sus caballeros usaron para destruir las corazas de los dragones, la Bruja de Izalith y sus hijas calcinaron su carne y Nito trajo muerte y enfermedad a cada uno de ellos.


    Al final, solo había una gran pila de cadáveres de dragones y encima de todos se erigió el último de ellos, Seth rugiendo triunfante ante sus hermanos caídos.


    Con la extinción de los dragones, la era nubosa llegaba a su fin y el comienzo de una nueva era debía comenzar: la era de la luz. Así fue como el sol nació y comenzó a iluminar el mundo, ahora con los dioses como los gobernantes.


    Pero justo como les pasó a los dragones, la era de la luz y el reinado de los dioses no podía ser eterno y pronto lo entenderían.


    La primera llama que les había dado poder a los dioses después de muchos siglos comenzaba a apagarse y con eso, acabaría la era de la luz, los dioses no podían permitir que eso pasara, ya que si la era de la luz acababa, significaría que la oscuridad llegaría, quizás algo que acabaría con todo. Eso era algo que se debían evitar.


    La Bruja de Izalith, junto a sus hijas decidieron usar su conocimiento en piromancia para recrear la primera llama, pero su arrogancia fue su fin. Ese experimento fue inútil y muy peligroso, ya que eso les costó todo.



    El experimento salió tan mal que destruyeron el reino de Izalith, creando el fuego del caos y de esta forma nacieron los demonios, los cuales fueron una vez habitantes de Izalith e incluso la misma bruja y sus amadas hijas, ahora solo eran bestias sin conciencia que atacaban con ese fuego infernal.


    La mayor conocedora de fuego se había perdido, sin ella no había muchas opciones de qué hacer con el actual problema, pero algo nació en la mente de Gwynn, algo que sería la salvación, por algún tiempo.


    La primera llama le había dado todo, poder, su título, su reino, así que ahora él le daría todo a la primera llama. Gwynn junto a sus leales caballeros partieron al horno de la primera llama y se inmoló a sí mismo, de esta forma, la llama volvió a arder con la misma intensidad que ardió en sus inicios.


    
Pero esto solo sería una medida temporal, la llama no sería eterna, algún día, en muchos siglos volvería a estar débil y eventualmente se apagaría.


    Pero eso no pasaría tan fácil, el sacrificio de Gwynn creó una leyenda, ahora el máximo dios se había ido, los otros dioses se habían esparcido, Nito estaba en su reino, los hijos de Gwynn estaban dispersos y la Bruja de Izalith había perdido su conciencia.


    La opción sin duda era los humanos, cuando los muertos volvieran a la vida, se haría presente la maldición que aflige al mundo, la maldición de los no muertos, cuando esta comience a destruir el mundo, aparecerá un no muerto elegido, este se hará presente y se volverá tan poderoso para llegar hasta el escondido horno de la primera llama y de esta forma la era de la luz será preservada por siempre.


    Sin duda esto es una gran mentira, pero ¿cómo se sabría que es una mentira? Cuando la verdad ha estado ocultada por tanto tiempo y la mentira es aceptada por absolutamente todos, aunque no todo puede permanecer de esa forma.


    La verdad esta por ser descubierta muy pronto, la maldición de los no muerto comienza a esparcirse por el mundo, Lordran, comienza a sucumbir en el caos, los no muerto están aprisionados en un asilo aislados de todos, pero un valiente caballero los liberará para poner en marcha una serie de sucesos que indicarán el rumbo del mundo. El no muerto elegido esta por aparecer y su decisión indicará si el mundo seguirá brillando como siempre o se extingue en la oscuridad, pero eso, eso es una historia que les contaré en otra ocasión.

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